Posiblemente, en buena medida, todo se haya tratado de homenajear las cosas más elementales que en un tiempo temprano me sedujeron el alma: los faros, las restingas, las barcas, las gaviotas que se adueñan del cielo.

Las velas siempre esperaron porque las izara.

Entonces surgió esta idea de que se hicieran bronce, como para perpetuarles el temperamento aguerrido con que encaran el viento.